Negra el alma
Casi toco la angustia con mis manos. Tan dura, tan negra, tan cercana que duele hasta mirarla. Siempre allí, agazapada. Cubierta por finas láminas quebradas. Atenta al menos gesto, al nimio mohín, al adusto fruncir del entrecejo que aunque dure un instante... le da alas. Y salta en un segundo. Y ataca. Y muerde. Y se ensaña. Y lastima. Cómo lastima esa angustia tan dura, tan negra, tan cercana que me duele sentirla y me ciega al mirarla (31.5.2013) © Silvia Beatriz Giordano