Sucedió de día

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Romina había intentado superarlo, de eso todos podían dar fe. El psicólogo, el párroco de la iglesia católica, el pastor del templo protestante y  el manosanta, medio brujo y medio charlatán  . No había rabino en el pueblo, porque también lo hubiera consultado.
Sentía que todos sus caminos ya estaban cerrados, que nada podía hacer para cambiar las cosas.
- Te cierras al amor porque tienes miedo de volver a sufrir…, le dijo el psicólogo. ¿Cuándo había dejado de sufrir por el abandono de Juan?. ¿Cómo podía amar de nuevo, si aún estaba amando?.
- Abandona tu dolor. Entrégaselo a Dios, dijeron palabras más o menos los religiosos. Abandonar… no es posible abandonar algo que nos inunda y se enquista en nuestras entrañas… Que se enraíza en nuestro corazón como hiedra.
- Con estas hierbas y sangre de tu menstruación encerradas en un pañuelo y enterradas en tu jardín, lograrás que vuelva… Y llenó el jardín de bolsitas hachas de pañuelos y hechizos.
Pasaron días, semanas, meses y justo al año del abandono, Juan volvió. Al pueblo, no a ella. Casado y no con ella. Esperando un hijo y no de ella.
Todos sus caminos ya estaban cerrados,  nada podía hacer para cambiar las cosas.
Se subió a la silla y probó la soga que pendía del travesaño del techo del viejo cobertizo, y con manos temblorosas, pasó el lazo por su cabeza y  lo ajustó. Se encomendó al cielo y con una patada certera se desprendió del sostén de su vida. Un chasquido rebotó en su cabeza y pensó en su cuello quebrado y en su próxima inconsciencia.
El travesaño, carcomido por los años, había sido mantequilla para el filo de la soga. Magullada por el golpe contra el piso, miró a su alrededor y la indignación subió por su garganta. Y siguió la intriga y la sorpresa. Porque ya Juan no le importaba.  Porque Juan había muerto junto a  su intento de suicidio. Porque estaba viva y se sentía feliz.

Silvia Beatriz Giordano

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Comentarios

Francisco Javier ha dicho que…
¡Vaya!Hay que intentar no llegar a esos extremos. La fórmula, fácil. Amarse a sí mísmo.
Un muy buen relato.
besos
fj
Paquita Pedros ha dicho que…
Hola cielo triste cuento pero con un final feliz para ella
un beso
Pedro Aros Castro ha dicho que…
Tiene mucha razón Francisco, no vale sufrir ni llorar por des-amor, es muy importante tener afecto por nuestro ser, te valoras y eres capaz dar amor sin condiciones ni fronteras temporales, felicitaciones Silvia.
un abrazo fraternal
saludos
LIFE Graciela Bacigalupe ha dicho que…
La vida siempre se impone...Precioso cuento...La importancia de estar vivos y dejar el paado que tanto duele. MiL besos y me encantó!!!
Jesús ha dicho que…
Tremento relato querida Silvia.
Me encanta volver a leerte, lo necesitaba.

Un beso.
Carol ha dicho que…
Lo inutil de perseguir una sombra que de pronto se desvanece y vuelve la luz a nuestro cerebro y con más fuerza al corazón que ve por fin el final de su agonía.

Precioso cuento para aprender a valorar lo que tenemos y dejar en el olvido lo que ya es irrecuperable.

Besos, querida Silvia Beatriz.
Taller Literario Kapasulino ha dicho que…
Que interesante relato! Que final!
Maravilloso!
HADALUNA ha dicho que…
Preciosas palabras las que nos brindas hoy, tan bellas como acostumbras.

Besitos dulces.
Susana Peiró ha dicho que…
Sabia providencia! Usó el travesaño y el golpe para iluminar a Romina!

Muy bien contado Silvia! Es difícil saber cómo y por qué llegamos a ese lastimoso estado cuando nos abandonan. Pero sentirnos miserables alguna vez, también es parte de la vida...tanto como la felicidad.

Un abrazo y Muchas Gracias por la publicación!
lanochedemedianoche ha dicho que…
Muy interesante cuento, aunque triste el final fue bueno, besitos de luz

Rosario

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